lunes, 26 de septiembre de 2011

En Vivo, un año después.

     Un año después de mi primer festival de música, volví al En Vivo. Aunque hace un año, el cartel de grupos era espectacular, este año había conciertos que me llamaban especialmente la atención, grupos que habían marcado algún momento especial de mi vida y que me hacía ilusión escuchar en directo. Así que allí estaba yo, un año después, delante de los mismos escenarios, preparada con mi pañuelo a lo bandolera del oeste (aunque esta vez la arena del terreno estaba encerrada entre plásticos, lo que se agradeció bastante), rodeada de mucha (mucha) más gente que en la primera edición y deseando escuchar buena música.

     Todo empezó con los mismos sonidos que el año pasado. Los Suaves volvieron a regalar su Dolores se llamaba Lola, aunque la voz de su solista no sea la más potente del panorama nacional (una lástima que casi ni se le oyera... otra vez).Y tras su intento de lanzarse al público, afortunadamente frustrado, Mago de Oz llenó el escenario y la zona de público. Reconozco que esperaba más de este concierto y no porque ellos no cumplieran. Mago es uno de esos grupos de los que has oído hablar mucho (a menos que seas fan confeso) pero sólo te sabes sus tres canciones más populares, lógicamente las elegidas para echar el cierre: La costa del silencio, La fiesta pagana y Molinos de viento. El no conocer gran parte del repertorio (mi culpa) y tener que irnos pronto por tratarse de un día laborable, hizo que me costara entrar más de la cuenta en el ambiente del festival.

Viernes 9 de septiembre

     Pero no estaba dispuesta a dejarme llevar por el pesimismo. A fin de cuentas, el segundo día del festival contaba con Mojinos Escozios y Rosendo. Todo empezaba a cambiar.

     Si alguien no ha visto a Mojinos en directo, se está perdiendo todo un espectáculo. Sus letras, su actitud, el descaro del Sevilla... todo hace de este grupo un show en el que es casi imposible no reir. Musho gay, Me has dicho borracho, Himno no ofisia der mundia de Alemania... y sin olvidar su mítico Semos las niñas del colegio de la Salle fueron algunas de las canciones con las que cantamos, bailamos y nos reimos.

     Pero Rosendo fue realmente el responsable de que entrara de pleno en el ambiente del festival y disfrutara de cada concierto. Está claro que cuantas más canciones conozcas de un artista, más cantas y mejor lo pasa. Y esto fue seguramente lo que me pasó al cantar uno tras otro los éxitos de este veterano. Flojos de pantalón, Masculino singular, Maneras de vivir... son clásicos que no pasan de moda.

     Y, como ya he dicho, a partir de ahí todo empezó a mejorar. Bailé un rato con el ritmo de Duo Kie (el hip-hop siempre me anima, soy así de sorprendente), canté La primavera trompetera y A la luz de Lorenzo de Los Delinqüentes, escuché como novata parte del concierto de O'Funk'illo y caí finalmente rendida con Boikot en el escenario (todo sea dicho, desde la distancia, que no es plan meterse en pleno centro del escenario en pleno concierto Ska).

Fin de fiesta
     Sin duda alguna, para mí el plato fuerte del último día (aunque celebren los 25 años en el escenario pero no resuenen en las radios como antes) eran sin duda Celtas Cortos. Y este año, para recompensarme por el pasado, se portaron por todo lo grande. Sólo con tocar 20 de abril quedaron perdonados. A partir de ahí, sólo podía mejorar. Y no defraudaron: La senda del tiempo, Skaparate nacional, Retales de una vida, No nos podrán parar... Uno a uno sonaron prácticamente todos los clásicos del grupo vallisoletano. Sólo nos faltó Tranquilo majete, tan actual en estos tiempos como cuando se escribió.

     Agotada tras botar como un niño (y eso que la noche sólo había empezado), aproveché el concierto de Txarrena (integrante del antiguo Barricada) para sentarme un rato y descansar. Pero entonces, incomprensiblemente, llegó uno de esos momentos mágicos difíciles de olvidar. Apenas a 20 metros del escenario, sin nadie alrededor que me pisara o me quitara visibilidad sobre el espectáculo, sentada tranquilamente en el suelo y con un mini de cerveza en la mano, disfruté de un cantante desconocido para mí como nunca lo había hecho. La magia de los festivales.

     Tras oír a Sober desde la distancia (demasiado duro para mi gusto, lo siento), contábamos el tiempo que faltaba para ver a los californianos Offspring. Aunque estaba deseando escucharles, tenía miedo de no conocer ninguna canción y quedar algo defraudada al igual que me pasó con Mago. Irónicamente, la primera canción de las tres o cuatro que reconocí fue Why don't you get a job? Por la organización del festival en la primera edición, esperaba un concierto de cierre como el de Fito hace un año, pero el concierto sólo duró 50 minutos. Quizá por eso resultó mucho más corto y entretenido.

     Para mí, el En Vivo este año terminó con La Fuga y su himno para los fines de semana Vivo más de noche que de día, y Muchachito Bombo Infierno. A ellos les reconozco el gran sonido que tienen como conjunto en directo y la energía que desprenden en su show enlazando canción tras canción sin casi descanso. Pero, lo siento, su concierto me mató. Hora de volver a casa.

     La segunda edición del En Vivo acabó, una vez más, con buena nota. ¿Volvemos el año que viene?

No hay comentarios:

Publicar un comentario