lunes, 4 de octubre de 2010

Sobreviviendo al En Vivo

     Probablemente, estos días haya vivido uno de los fines de semana más intensos de mi vida, tanto por compromisos personales como por el hecho de haber vivido mi primer festival de música en directo: Getafe En Vivo. Tres días de música, cuatro escenarios y 73 grupos distintos llenaron de música el recinto del Getafe Open Air, un recinto preparado para albergar a cerca de 40.000 personas en torno a un gran festival.

     La  música española vivió entre el 30 de septiembre y el 2 de octubre de tres jornadas de fiesta repletas de pop-rock, rock, ska, hip-hop, rap... un eclecticismo que permitió unir a personas de distintas "razas musicales" en un mismo escenario, mezclas raras pero llenas de magia. Y que me permitió, a mí personalmente, descubrir nuevos grupos, vivir grandes sonidos en directo y recordar viejos himnos de mi adolescencia y  juventud.

Jueves: toma de contacto

     Con una cultura musical bastante reducida (o al menos eso pensaba antes de ir), el Getafe En Vivo comenzó -para mí- con un "desconocido" Poncho K. Lo bueno que tiene conocer a pocos grupos es puedes escucharles con la mente totalmente abierta y disfrutar de un mensaje social bastante controvertido disfrazado de parodia. Así, me quedo con el divertido Manolito.

Otro descubrimiento personal fue Albertucho, a pesar de sus tropezones en el escenario y su lanzamiento al público, dejando al resto de la banda con la mirada perdida y sin saber muy bien como actuar ante la desaparición de su vocalista. De él destaco un tema de su último disco A ver si me da por pensar.

En esta primera jornada de conciertos, los asistentes tuvieron que repartirse para escuchar a Falsa Monea, 84, Combolinga, Calaña, Def Con Dos; o los sonidos duros de Koma, Obus, Narco o Saratoga, entre otros grupos.

Viernes: Viejas glorias y sonidos actuales
     Con la llegada del fin de semana llegaron también grupos más conocidos como Bebe, a la que el directo le escondía la voz en algún rincón del escenario; Ojos de brujo, del que sólo llegamos a escuchar su tanguillo de despedida Na en la nevera; el "buenrollismo" de Macaco con canciones tan bailadas "aunque les pese a muchos" como el famoso Moving o Mensajes del agua.

     La nota negativa del día y también del fin de semana fue el concierto de la Mala Rodríguez. Viéndola bajo la luz de los focos con sus malas formas, su chulería (¿papel o realidad?) y su dejadez, cuesta entender cómo alguien puede luchar tanto por llegar a subirse al escenario para, al final, estropearlo con poca fuerza, ganas nulas de contagiar de la energía de la música e, incluso, recriminaciones al público y a su propio técnico de sonido. No es de extrañar que los mejor aplausos se los llevara su compañera y segunda voz, mientras que ella dejaba una y otra vez el escenario y escuchaba tímidos aplausos tapados entre más de un abucheo.

     En contraposición, pongo a veteranos como Reincidentes y su Vicio, o Rosendo, del que me perdí la mejor parte de su concierto por una mala elección y que demuestra su saber estar en el escenario ofreciéndole al público lo que el público quiere. Para resarcirme, pongo uno de sus grandes himnos: Agradecido.

     El plato fuerte del día fue Ska-P, un concierto para vivir a pesar del miedo a morir aplastada por sus fans y sus mensajes anárquicos (bastante alejados de mi ideología). Sin embargo, escuchar y cantar de principio a fin Legalización o Resistencia me hizo darme cuenta de que mi pasado, aunque no fuera consciente de ello, está repleto de canciones de todo tipo, incluso de ska.

     A lo largo del viernes también se escucharon las voces de Ofunkillo, Siniestro Total, Sober, Boikot, Hablando en Plata o Violadores del verso.

Sábado: bailar hasta reventar
     Sin duda alguna, el sábado era el día más importante del festival, tanto por la mayor afluencia de gente durante toda la jornada como por el hecho de que por fin pude escuchar de cerca a mis Celtas Cortos y de un enorme Fito.

     Empezando por Tranquilo majete, un himno de los noventa que no ha perdido ni una pizca de actualidad, los Celtas recorrieron parte de su pasado y alguno de sus últimos trabajos al mismo tiempo que hacían bailar a la masa con temas instrumentales. La Senda del tiempo, Skaparate nacional, Retales de una vida y No nos podrán parar fueron algunas de las canciones que se escucharon en Getafe. A pesar de que la elección de los temas (excepto los mencionados, claro) no fue la mejor posible, los 50 minutos de concierto supieron a poco. Pero si, como fan, hay algo que no les perdono, fue la falta del aclamado 20 de abril.

     El sábado contó también con la presencia de Los suaves, un gran sonido en directo que hubiera llegado a la perfección si se escuchara a su vocalista; La cabra mecánica, que después de 15 años de música dejan la carretera no sin antes deleitar al público con un versátil repertorio entre el que se encontraban la Lista de la compra o Felicidad.

     Los conciertos de Canteca de Macao, Quique González, Ilegales, Sociedad Alkoholika, Falsalarma, SFDK o La Excepción (cuyo concierto coincidió lamentablemente con el de Fito) fueron sucediéndose hasta llegar al culmen del festival: Fito y los Fitipaldis

     El concierto comenzó fuerte con el montaje animado de presentación y las canciones más cantadas del grupo. Abriendo el repertorio más largo de los tres días con Antes de que cuente diez, Fito tuvo sus más y sus menos (no he de negar que el cansancio hacía ya su mella). Sin embargo, grupos como el suyo dejan ver la profesionalidad y la calidad de los que llegan a lo más alto. Y gracias a esto, el concierto remontó en la última media hora con Soldadito marinero, Me equivocaría otra vez, Acabo de llegar, Viene y va, y la mirada atrás a Platero, canciones que animaron una vez más a la gran masa de fans agolpada a los pies del escenario hasta más allá de las dos de la mañana.

      Con el festival agonizando ya, el sábado fue el único día en el que pude "disfrutar" (entre bostezos de agotamiento) de los covers reservados para la carpa. Con tributos a AC/DC, Nirvana y Gusn&Roses, entre
otros grandes de la música, De Acero abrió la última madrugada con los himnos más conocidos de Extremoduro.

     Sin duda, puedo decir que he vivido uno de los fines de semana más acelerados e intensos de mi vida, al que acudía con mis dudas pero del que me voy con una sensación incomparable. Nunca he vivido y bailado música tan diversa, nunca había sido consciente de la gran cantidad de canciones que han marcado mi vida, y nunca había vivido tan de cerca un concierto. Muy distinto de todo lo visto hasta ahora.